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domingo, 22 de agosto de 2010

Poca actividad y problemas de peso en niños.

Los altos índices de obesidad infantil que se observan en Chile se deben, en gran medida, a las deficiencias en los programas de educación física y formación de profesores, lo que dificulta la prevención del sedentarismo en los niños.
En Chile, casi el 30 % de los niños en edad escolar es obeso y, por consiguiente, tiene 10 veces más probabilidades de prolongar esa enfermedad durante su adultez. Los antecedentes -proporcionados por el Instituto de Nutrición y Tecnología en Alimentos de la Universidad de Chile (INTA)- dejan en claro, además, que el problema es consecuencia no sólo de una inadecuada alimentación, sino que, en gran medida, de la escasa actividad física que realizan diariamente.

Si bien la obesidad de un individuo está determinada por factores genéticos, malos hábitos en la nutrición de la familia y una serie de variables del entorno -como la inagotable oferta de productos ricos en grasas-, es el sedentarismo de los escolares el que impide la prevención.

Ya a fines de 1995, un estudio solicitado por el Sernac al propio INTA y al departamento de Sociología de la Universidad de Chile, demostró que el 40,7 % de los niños -sin diferencias según estrato- pasa entre una y tres horas frente al televisor, de lunes a viernes, y más del 20 % ve más de tres horas cada jornada. A esto se suma la vida en departamentos con la consiguiente disminución de los espacios para el deporte, el boom de la computación y los juegos de video, y que, a juicio de médicos, fisiólogos, investigadores y profesores universitarios consultados por esta revista, existe una desorientación en los programas de educación física que se aplican a nivel nacional.

A pesar de la ampliación de las horas obligatorias de esta asignatura (de dos a tres semanales), Chile sigue siendo superado en este ítem por Argentina, Cuba y Estados Unidos, entre muchos otros. Sin embargo, no es la cantidad de horas dedicadas a la actividad física, sino la calidad del ejercicio lo que origina la preocupación de los especialistas. El fisiólogo Carlos Saavedra, Master en Ciencias aplicadas a la Actividad Física de la Universidad de Laval, Canadá, denuncia: "¿De qué sirve aumentar las horas de Educación Física si un niño, en 40 minutos de clase, pierde 15 en formarse, pasar la lista y otras cosas, y después hace cola para pegarle una vez cada seis minutos a una pelota? En total, el gasto calórico y energético de la clase no sobrepasa los seis o nueve minutos por niño". Según Saavedra, "el problema de sobrepeso preescolar, escolar y juvenil en Chile no se debe tanto a que comen mal, sino a que se mueven poco. No es que ingieran muchas calorías, sino que gastan pocas".
Su posición es avalada por diversos estudios internacionales. Entre ellos destaca el programa "Fit America", que se está aplicando en Estados Unidos, país donde más del 32 % de los escolares presenta niveles elevados de presión arterial y de colesterol. Este plan busca tener, al menos,"gordos sanos", incrementando la actividad física y aumentando su intensidad, y se está desarrollando en más de 20 mil colegios. También existen coincidencias entre la postura de Saavedra y una investigación elaborada por el Instituto de Medicina Preventiva de la Universidad de Georgia, donde sin modificar la ingesta calórica, pero sí con un incremento del gasto calórico mediante la actividad física, se logró reducir la grasa superficial e intraabdominal en niños de siete a 11 años.

Otra de las conclusiones a las que se ha llegado en investigaciones del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH), dice que la norma ideal para los niños en edad escolar es que estén sometidos diariamente a 30 minutos de actividad física de real intensidad, independiente de la práctica de algún deporte. No se trata de exigirles un tipo determinado de ejercicios en cada jornada, pues incluso bastaría, por ejemplo, con hacerlos bailar.

Pero la obesidad infantil no se inicia en la edad escolar, sino mucho antes. De acuerdo con las cifras que maneja el INTA, Chile es uno de los países donde la prevalencia de obesidad preescolar ha aumentado mayormente. Una investigación realizada entre 1995 y 1996 por la profesora Juliana Kain, bioquímica del INTA, concluyó -sobre una muestra de 686 niños de cuatro y cinco años- que los obesos a los cuatro años han sido desde su nacimiento distintos al resto en peso corporal, pues ganan kilos progresivamente, hasta llegar al sobrepeso a los seis meses y a la obesidad, a los tres años.

Según plantea Juliana Kain, "la composición corporal materna está muy asociada a la obesidad infantil", lo que en otros países ya ha sido tomado en cuenta para el establecimiento de las políticas de salud pública, impulsando un programa de actividades de pre y post parto. Un ejemplo en este sentido es Cuba, donde durante la gestación la mujer embarazada debe cumplir con un instructivo de ejercicios que tiene directa implicancia sobre las condiciones del feto. Luego, además de someterse a un plan de deportes para recuperar su propio estado físico, debe aplicar un programa de "gimnasia" a su hijo, apenas cumpla 45 días de vida. Dichas actividades apuntan a desarrollar la movilidad de las extremidades del niño, lo que posteriormente tendrá efectos positivos sobre su motricidad.
Muy diferente es el caso chileno, donde, por lo general, sólo se empieza a cumplir con un plan de ejercicios al ingresar a un jardín infantil.

Allí, las educadoras de párvulos -o profesores de educación física en los colegios más acomodados- centran su preocupación en que el menor identifique las partes del cuerpo y desarrolle ciertas habilidades motrices. Sin embargo, existen investigaciones que dan cuenta de un impacto reducido de la educación preescolar en los hábitos. Una tesis de la nutricionista de la Universidad de Chile Ivone Orellana, publicada en 1997, que analizó niños asistentes y no asistentes a jardines infantiles, determina: "No se observan diferencias estadísticamente significativas en el promedio de actividad física de los grupos. (...) ambos son extremadamente sedentarios".
El énfasis en las actividades que apuntan a la motricidad del alumno se mantiene durante la Enseñanza Básica, según se observa en los programas de estudio vigentes en el Ministerio de Educación. En dichos planes, el primer "contenido mínimo obligatorio" que habla de "salud y calidad de vida" con el trabajo en cualidades físicas, como "resistencia orgánica y resistencia muscular, flexibilidad y elasticidad", figura recién en 6º básico, es decir, cuando el alumno bordea los 11 años. En ninguna parte aparecen supervisiones y control de peso de los escolares, como indica la tendencia internacional.
El problema de fondo, según coinciden los especialistas consultados, es que la concepción del deporte en Chile está errada y es anacrónica: "Se sigue considerando a la educación física con fines de postguerra, buscando la rehabilitación, 'alegrar la vida, favorecer el sano esparcimiento y reforzar el espíritú. La sociedad hoy presenta otro problema, que es el de las enfermedades metabólicas no transmisibles y que, en su mayoría, son producto de la inactividad o inadecuada actividad física en el campo escolar y universitario", dice Saavedra.
En lo anterior también influye que la especialización de los profesores del área es muy reducida, pues en su formación universitaria casi no reciben instrucción científica. De hecho, en la malla curricular vigente de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación -ex Pedagógico- sólo figuran tres ramos dedicados a este tema: Fisiología I y II, y Biomecánica. En total, la carrera contempla 61 asignaturas. "El currículum se ha 'pedagogizadó en busca de la recreación y la motricidad en los alumnos",explica Jorge Cajigal, fisiólogo del Centro de Alto Rendimiento (CAR).

"Las universidades están dejando de lado la formación científica. Si comparamos con lo que ocurría hace 10 años, los ramos científicos se han reducido a menos de la mitad, principalmente para rebajar costos. No es barato conseguir profesionales para que enseñen bioquímica, biomecánica y física, por ejemplo", dice.
Tanto en Japón como en Estados Unidos se observan aumentos similares a los chilenos en cuanto a la tendencia a la obesidad en niños de 6 a 16 años. Pero es ostensible la mayor rapidez con que este índice se ha incrementado a nivel nacional, en comparación con los otros dos países.
Fuente: Revista Que Pasa.
Dr. Pedro Barreda.