Expertos señalan que es necesario motivar a los niños y no presionarlos con el resultado.
Todos los años, miles de estudiantes se someten al Sistema de Medición de la Calidad de la Educación, Simce. Esta evaluación mide los resultados del aprendizaje y, con ello, da las directrices para mejorar la calidad de la educación a nivel nacional.
El enfrentarse a una evaluación de esta envergadura puede generar ciertos grados de estrés en los menores, por lo que, tanto padres como profesores deben estar alerta ante la alteración emocional que puedan sufrir los alumnos.
"En esta época del año, las emociones y situación psicológica de los niños cambia, dado que están sometidos a evaluaciones, entre ellas el Simce, donde se mide el nivel de conocimientos adquiridos durante todo el año. Reciben la presión del medio, de padres y profesores, lo que los altera emocionalmente e incluso podría reducir su capacidad de aprendizaje", afirma Katherin Schmol, psicopedagoga y docente de la Universidad Mayor.
Debido a la presión que se le impone a los estudiantes, estos pueden mostrarse irritables y constantemente ansiosos, según agrega la psicopedagoga. Por lo mismo, la experta le sugiere a los padres "no presionar excesivamente a sus hijos, ya que por el contrario, podrán producir en ellos aversión hacia los estudios, menor confianza en sí mismos y angustia permanente frente al fracaso".
Por el contrario, comenta la especialista, es fundamental lograr la motivación de los estudiantes, favorecer el diálogo abierto y permanente. "Asimismo, se debe acoger sus sentimientos de angustia y preocupación, y ayudarlos a reflexionar y buscar soluciones para afrontar el período de evaluación escolar. Escuchar lo que el niño siente y motivarlo a alcanzar sus metas organizada y planificadamente", puntualiza.
PREPARACIÓN
Sin duda, la preparación para rendir un examen como el Simce, o cualquier otro, requiere de hábitos de estudios eficientes y constantes en el tiempo, explica la especialista. "El niño no debe estudiar con el fin de obtener determinada nota o calificación, debe estudiar para aprender", señala.
La especialista agrega que "el aprendizaje se alcanza con un método de estudio gradual y planificado. Lo ideal es abarcar poca materia cada día, durante todo el semestre y no dejar jamás todo para el último día".
Pero como esta evaluación se acerca a pasos agigantados, la psicopedagoga de la Universidad Mayor ofrece algunos consejos para salir airoso de esta prueba y de las próximas evaluaciones que deben enfrentar los alumnos:
1. Hábitos de estudio: deben comenzar a planificar el estudio desde ya. Es bueno recordar a los padres que deben ayudar a los niños a incorporar los hábitos de estudio desde que son pequeños, estableciendo un horario fijo, que no sea extenso, pero que se mantenga en el tiempo.
2. Adoptar una forma de estudio planificada y no bajo presión: abordar lo que viene con un calendario que organice todas las materias.
3. Al estudiar deben reflexionar los contenidos, comentarlos, cuestionarse y responderse, aclarar siempre las dudas. Los niños deben interrogar el texto, destacar las ideas principales de la lectura, en lo posible anotarlas y formar un esquema con las palabras claves que encuentre en el texto.
4. Buscar el lugar apropiado para el estudio: procurando que éste sea iluminado, ventilado, sin distracciones (televisión, teléfono, computador) con todo lo necesario a la mano para no perder la continuidad de lo que está haciendo. Sentarse cómodamente, adoptando una correcta postura, jamás acostado, porque estará somnoliento y se fatigará fácilmente.
5. Lograr un estudio eficiente que garantice la internalización del conocimiento, en lo posible, en un tiempo corto, en períodos de 45 a 60 minutos. Los niños también deben tener espacios y oportunidades de distracción y dar cabida, dentro del día, a espacios de descanso y recreación.
6. Motivación: los niños no aprenden bajo presión, ellos logran los aprendizajes movidos por la motivación.
7. No presionar excesivamente a los niños, ya que por el contrario, podrán producir en ellos aversión hacia los estudios, menor confianza en sí mismos y angustia permanente frente al fracaso.