A la Psicomotricidad le ocupa el saber sobre el cuerpo y sus producciones. Para pensar el objeto de estudio de esta disciplina suelo apoyarme en un texto que dice lo siguiente:
"Cuando hablamos del cuerpo hay que elegir:
entre la pisada, la huella y el pie.
Siempre está el riesgo de terminar hablando del zapato."
Si ordenamos los diferentes elementos participantes de una misma acción, tomando como ejemplo el acto de pisar, encontramos los siguientes vocablos: pie, zapato, pisada, huella. ¿Cuáles de éstos términos interesan a la Psicomotricidad en su práctica?.
El pie, como parte del organismo constituido por un conjunto de huesos, músculos, articulaciones, etc., es tema de observación y práctica de las ciencias médicas(traumatología, ortopedia, etc. Ante la presencia de alteraciones mecánicas y estructurales se puede recurrir a la intervención de una disciplina paramédica, como la Kinesiología; pero raramente el psicomotricista tendrá incumbencia en alteraciones de la mecánica del movimiento y de su estructura articulatoria. El pie, desde el lugar del organismo, coloca al psicomotricista fuera del margen de su conocimiento. El zapato, ese recubrimiento del pie, tendrá importancia para el profesional de la antropología, del diseño, etc., como producto cultural, artesanal, sujeto a las costumbres de una época. Le interesará al psicomotricista en cuanto cubierta del cuerpo, por la tolerancia o intolerancia que cada niño tiene específicamente en relación con él. Para muchos niños sacarse los zapatos es estar libre, para otros, el zapato los contiene, más aún cuando han encontrado metafóricamente la "horma de sus zapatos". Pero si el psicomotricista se detuviera en el zapato, como un objeto en sí, perdería la mirada sobre otras acciones que en cambio son de su incumbencia. Por ejemplo la pisada, o mejor dicho la acción de pisar, pero no cualquier acción de pisar, sino la que deja huella, o sea que deja una marca de su acción en la propia memoria del cuerpo y de los movimientos. Interesa la acción nacida de un acontecimiento (los primeros pasos) que tiene las propiedades de un acto, o sea que no se produce por una respuesta refleja, sino de la amalgama psico-motriz.
La huella a la cual nos referimos es la que registra el niño construyendo su cuerpo, al mismo tiempo que el adulto que lo acompaña le otorgue un sentido, acto esperado y digno de festejar. La marcha se constituye en unos de los aprendizajes más esperado por los padres; luego vendrá la adquisición del lenguaje y de la escritura como hechos claves en el crecimiento del niño. El retraso o la dificultad para cualquiera de estos tres actos es frecuente motivo de consulta.
La conjunción del pie, la pisada y la huella devienen marcha, fenómeno de reducción de los apoyos y aumento del sostén.
En relación a la marcha, podríamos distinguir algunas perturbaciones. Dice el Dr. J. Berges: "Si un niño de dos años no camina todavía, es un retardo motor, si no camina todavía porque tiene una hipertonía de los miembros inferiores o una enfermedad, son perturbaciones motrices. Si no camina todavía, y por otra parte su motricidad se encuentra en perfectas condiciones en todos los niveles del desarrollo, puede ser una perturbación: psicomotriz, ligada sobre todo a la falta de cuidados maternos (...está a la espera de atención materna)."
El Dr. J. Berges aclara con este ejemplo la diferencia entre motricidad y psicomotricidad. Dice: "...la diferencia que hay entre déficit y torpeza. En un caso, se trata del equipo neurobiológico mismo y, el otro del funcionamiento de ese equipo.". El déficit por lo tanto afecta al órgano y compromete la función; la torpeza compromete el funcionamiento. Pero deberíamos detenernos no sólo en la función y el funcionamiento sino también en la funcionalidad, o sea el sentido social otorgado a un acto en particular. Organo, función, funcionamiento y funcionalidad, completarían un esquema básico para pensar el desarrollo de un acto, en la cual los dos primeros términos: órgano y función, serían de incumbencia orgánica, así como el funcionamiento y la funcionalidad comprometerían la presencia del cuerpo y la práctica psicomotriz.
En un caso la referencia privilegiada es el organismo y en el otro cuerpo.
La psicomotricidad se ocupa de la comprensión de la torpeza y no del déficit; se ocupa de la perturbación psicomotriz, y no de la perturbación motriz; se ocupa del cuerpo y no del organismo.
Al mismo tiempo, se interesa por la actitud postural, más que por la postura, por el gesto, más que por el movimiento reflejo.
Cabría designar a la Psicomotricidad con una frase que Marleau Ponty emplea para referirse a las "ciencias blandas", denominándolas "Formas empíricas del saber". Saber desde el cuerpo presente en la gestualidad, y saber en el cuerpo visible en la actitud postural; expresión la primera, impresión la segunda, dialéctica de lo impreso y lo expreso.
Cuerpo conformado por el saber de la mirada que sustenta el ojo, el saber de la escucha que se apoya en el oído, el saber del gesto que sustenta el movimiento, las posibilidades expresivas del rostro que permite la cara, el contacto a través del tacto, el sabor a través del gusto, el aroma del olfato, la actitud de la postura, la imagen del esquema corporal. Cuerpo como "síntesis del ser y del saber", cuerpo como insignia y como enseña.
Hablar de "empiria del saber" no es más que resaltar el carácter experiencial y práctico del aprendizaje.
Los primeros aprendizajes del niño están estrechamente vinculados con el cuerpo, al mismo tiempo que lo construyen. Cuerpo que se construye desde el "sostén, acompañamiento y provocación" del adulto que ejerce las "funciones de crianza". Las funciones y juegos de crianza son acciones ligadas con el saber más que con el conocer.
Los padres acuden al "libro de su propio cuerpo" para poner en acción, caricias, gestos, miradas, mecimientos, contactos, alejamientos, y todo aquello a lo que se recurre para afianzar y construir el cuerpo, sobre la base del organismo que emite señales programadas. Podríamos decir que por el cuerpo de un otro, nos apropiamos del organismo, construyendo un cuerpo propio.
El organismo habla de la especie, el cuerpo habla de la persona. El cuerpo nace entre cuerpos, siempre más de uno. El organismo nace en las entrañas de otro organismo, y en muchos casos, a pesar del cuerpo.
El cuerpo está sometido y sostenido por la coyuntura cultural. El organismo tiene memoria genética, el cuerpo recuerdo de su génesis. Al respecto dice Sara Pain: "La memoria del cuerpo es distinta de la memoria del organismo por cuanto esta última tiene que ver con la reproducción de los caracteres hereditarios y las disposiciones que de ellos se desprenden."
Si el organismo tiene predominio de lo interno, el cuerpo tiene predominio en lo externo. Los cambios producidos en apenas dos décadas en relación al cuerpo no lo son en relación al organismo. Es propio de lo humano la construcción del cuerpo, que no nos es dado. Si bien cada cuerpo es único y original, en última instancia el cuerpo es producto cultural, y la cultura tiende a producir un destino común.
Dice J. Piaget: "...la novedad de la especie humana es la transmisión exterior o educativa por oposición a la hereditaria o interna, la cual ha podido engendrar a las civilizaciones."
Es de destacar que cuando me refiero al cuerpo estoy designando un fenómeno de materialidad (visible y tangible), predominio de lo externo, imposible de existir sin lo interno en el amplio sentido del término. Tampoco me refiero a una imagen, sino algo de lo cual se puede tener una imagen. En este sentido aclara S. Pain: "La reproducción por el cuerpo es la de las mimesis, la que se duplica al otro en un juego de espejo, aún antes de que se instale cualquier imagen de propiedad yoica." "El organismo se domestica, se acostumbra, se medica, el cuerpo se ensaya, se equivoca, se corrige, aprende."
Podríamos decir, siguiendo a Sara Pain, que si en el organismo es posible pensar un acto de domesticación, en cambio en el cuerpo es posible la rebelión. Muchísimos gestos nacen cuando se prohíbe la palabra, y si éstos también se prohíben, la mirada toma el lugar del discurso.
Por otro lado la medicación hace fondo en el organismo, el cuerpo en cambio no se medica, aunque recibe el efecto sobre su funcionamiento, no altera el valor de su funcionalidad.
El organismo permanece mudo, salvo en situaciones especiales, como por ejemplo cuando emite señales de respuestas ante situaciones de alerta (taquicardia, sudoración, etc. Cuando el organismo responde con un llamado, el cuerpo se acomoda, pone en funcionamiento recursos propios, que difieren según la historia personal del sujeto; se queda quieto, lentifica sus movimientos, se coloca en situación de relax, o hasta puede sonreír si quiere ocultar lo que le pasa. Es posible pensar que en algunas ocasiones "el cuerpo miente", a pesar que la verdad palpite en las entrañas del organismo. El cuerpo traduce en signos las señales de lo orgánico.
La mano que se atreve por primera vez a tocar el fuego, es la mano del cuerpo, la que la retira súbitamente es la mano del organismo. Pero para que la mano del cuerpo se atreva a tocar el fuego, debe haber fogoneros y calderas, prohibiciones y tentaciones.
El organismo en este caso huiría del fuego hasta el lugar donde sólo recibiera el calor. La curiosidad del cuerpo que toca el fuego, no busca la necesidad primaria de regular su temperatura descendida por el medio ambiente, busca explorar el mundo, aún a costa de quemarse. De todo gesto del cuerpo, cenizas quedan. El cuerpo prende el fuego, el organismo se aleja de él. Pero siempre, es un otro esencial quien enciende el fuego del cuerpo en el organismo humano.
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