Las asombrosas cifras de obesidad reportadas en el mundo e
ntero, nos llevan a pensar, que nos enfrentamos a algo muy serio, más aún si la Organización Mundial de la Salud prevé que en los países en vías de desarrollo recién está empezando el problema de las enfermedades cardiovasculares, que principalmente son consecuencias de una alimentación y un estilo de vida no adecuadas.
Por ello, el hacer un llamado para unir esfuerzos y crear una cultura hacia la alimentación sana y natural, en disminución de la comida chatarra y artificial, es una necesidad imperiosa, solo así podremos reducir el mercado y la disponibilidad de alimentos altos en grasa y azúcar e incrementar el mercado y la disponibilidad de alimentos sanos.
En un estudio realizado en la OPS-OMS en Quito en 1995, se reportó que el 19 % de escolares son obesos y que el 22 % tiene presencia de dislipidemias, lo cual representa que el problema está ya en nuestra sociedad.
Se debe asumir el desafío de enfrentar a las presentes y futuras generaciones, que de acuerdo a estudios de varias universidades y por médicos en Estados Unidos arrojan serias sospechas de que la comida rápida sería adictiva. La denuncia amenaza con convertirse en una pesadilla para esta industria. Mientras los obesos de Norteamérica planean demandarla en cuanto haya razones médicas comprobadas, en nuestros países no hay preocupación oficial por el tema. Uno de los grandes desafíos es lograr una real equidad en el acceso a condiciones de vida saludables y a servicios de salud, sobre todo para los menos favorecidos por el desarrollo, razón de ser de cualquier propuesta de cambio, que se llame como tal.
Estudios presentados en la reunión anual de la OMS en Ginebra dieron un cuadro sombrío sobre la corpulencia global, incluyendo estadísticas que indican que 300 millones de personas en el mundo son obesas, 750 millones están sobrepeso y un estimado de 22 millones de niños menores de 5 años están en sobrepeso u obesos.
Investigadores añadieron que aun en algunas partes del Africa, donde la malnutrición ha sido un problema, la gordura y la obesidad pueden afectar hasta cuatro veces tantos niños como lo hace la malnutrición.
Mary Bellizzi, experta en el Grupo Especial de Obesidad Internacional dijo que los ministros de la salud cuentan con nuevos métodos necesarios para mejorar la calidad nutricional de alimentos disponibles en la escala global. Pero "La educación no es suficiente", dijo. "Necesitamos dar una mirada radical a los suplidores de alimentos para asegurarnos que los alimentos suministrados al público son bajos en grasa, azúcar y sal"; reforzaríamos estos criterios argumentando que la solución se orientaría a fortalecer estrategias que permitan instaurar una cultura de concienciación con respecto a la alimentación en base de alimentos que permitan mantener la homeostasis del ser humano.
El hecho de que principalmente las comidas preferidas por los adolescentes sean las que tienen un alto contenido en grasa, hace que los estudios en relación al tema se profundicen y se apoyen para encontrar estrategias para luchar contra esta mala alimentación que se le ha bautizado como “Comida Chatarra”, “Fast Food” o “Comida Rápida”
Debemos diferenciar los alimentos que contengan proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas, minerales y agua en su adecuada medida que aseguren la correcta alimentación del ser humano. En este importante grupo de alimentos, las grasas no deberían sobrepasar el 30 por ciento del total, y la mayor parte de las mismas debería ser de buena calidad (insaturada). De esta forma estaremos protegiendo el sistema cardiovascular al impedir que se eleven los valores de colesterol. En nuestro medio existe una amplia variedad de alimentos que contienen las cantidades necesarias de este tipo de nutrientes.. Pero lamentablemente, la comida preferida de los adolescentes (como el fast-food, y la comida "chatarra") tiene un alto contenido de grasas saturadas, de la peor calidad.
Pero, ¿cuáles son los errores que más frecuentemente cometen los adolescentes al alimentarse?
En primer lugar, es muy común que salten comidas, sobre todo el desayuno o la merienda, lo que trae aparejado algunas consecuencias metabólicas: como la exagerada secreción de insulina y favorecen el desarrollo de enfermedades como la obesidad y la diabetes.
Además, el gran consumo de comidas de bajo aporte energético (ya sean golosinas, snacks, y otros) distrae su apetito para los alimentos energéticos.
MOVIMIENTOS DE CAMBIO ESTABLECIDOS
Estos planteamientos de cambio no son nuevos, compartiremos a continuación algunas informaciones que muchas tendencias interesadas nos ocultan y que deberíamos reflexionar para un planteamiento de estrategias de solución que convenga a nuestro país y fundamentalmente al ecuatoriano del presente milenio:
- En los años 80 London Greenpeace en conjunto con otras organizaciones decidieron organizar el día de protesta. El 16 de octubre es el día internacional contra McDonald´s, este es también el día Internacional del Alimento decretado por la ONU. Justamente por ese motivo se eligió ese día. Claro McDonald's destina mucho dinero para combatir esta campaña e iniciar procesos judiciales contra personas y/u organizaciones. A continuación algunas de las causas del porque del boikot y las acciones contra McDonald's:
o Destrucción de la salud. McDonald's presenta su comida como saludable, pero en realidad contiene mucha grasa, azúcar, sal y no contiene ni fibras ni vitaminas. Este tipo de alimentación puede ampliar los riesgos de contraer enfermedades circulatorias, cáncer, diabetes y otras mas. Los alimentos de McDonald's contienen muchos aditivos químicos, los cuales además de provocar enfermedades pueden provocar la hiperactividad en los niños. En 1991 McDonald's fue responsable, en Inglaterra, de cientos de intoxicaciones.
o Maltrato de animales. McDonald's necesita gran cantidad de carne, para eso se cría a los animales en condiciones extremas. Los animales no tienen espacio para moverse, los mantienen despiertos las 24 hs. del día, y se los alimenta con hormonas. Esto hace que el animal engorde mucho mas rápido de lo normal. La muerte de estos animales se realiza de las formas mas atroces.
o El trato con sus trabajadores. Los empleados de McDonald's reciben un salario muy bajo. No se pagan horas extras. La presión de trabajo es muy grande y el personal muy poco. Tiene un grado alto de accidentes en el lugar de trabajo. Muchos de los empleados de McDonald's son personas con muy pocas posibilidades de conseguir otros trabajos. Además el personal cambia constantemente, una de las razones por la que no se puede organizar un sindicato. Aquellos empleados afiliados a un sindicato son despedidos por cualquier excusa ya que McDonald's no quiere saber nada de sindicatos.
Como vemos hay suficientes razones para no consumir en McDonald's o lugares parecidos. Ya que las grandes cadenas de comida rápida tienen la misma metodología de trabajo y producción. Si estamos de acuerdo, deberíamos multiplicar esta la información por todos lados. La decisión esta en cada uno
- Si vamos por los Estados Unidos y Canadá observaremos que cada vez, son menos los locales de KFC y se están uniendo a Tacos Bell; esto obedece a que esta empresa esta sometida a varios problemas judiciales por cuanto se les acusa de ser los causantes de la obesidad de la población y sus consecuencias funestas. Desafortunadamente podemos colegir que ahora el objetivo se ha puesto en los países del sur, sino recordemos en nuestra ciudad como empezaron Quito y ahora donde está, el local mas grande esta en la Calle Michelena al Sur, en donde tradicionalmente se expendía comida típica nuestra, no será que estamos cambiando de cultura en este tema?, no son los más baratos y reflexionemos la cantidad de grasa que ingerimos con este producto: grasa en la carne, en la piel, en el aderezo y en el proceso de fritura final, para pensarlo o no?
- Galletas Oreo es otra de las empresas que han sido demandadas por contener en su producto ácidos hidrogenados, conocidos como ácidos “trans” o “transgénicos”, que añade gas hidrógeno al aceite vegetal y actúa como colesterol. Estos ácidos son comunes en las galletas. Sus productores dicen que esta “Tratando de disminuir su utilización” , pero que se pierde el sabor y eso no es convenientes; es una manera indirecta de aceptar su procedimiento no tan saludable. Algo que debemos tener en cuenta es que las grasas saturadas elevan el colesterol malo LDL, más estas grasas “trans” no solamente que tienden a elevar el colesterol malo, sino que destruye el colesterol bueno. Es decir, que hay un doble mecanismo de agredir al organismo humano.
Hace largo rato que los norteamericanos ven cómo les aumenta el volumen de la barriga al compás de la comida chatarra, mientras crecen las enfermedades coronarias, la diabetes y otras relacionadas con los alimentos. Pero hay más: según un estudio de la Universidad de Princeton, para el 2060 el cincuenta por ciento de los habitantes será obeso, mientras que la mitad del resto estará en condiciones de serlo.
HAMBURGUESAS DE... ¿CARNE?
El estudio universitario, realizado por un grupo formado por investi
gadores científicos, sociólogos y nutricionistas, sugiere algo que puede parecer obvio, pero que sin embargo no lo es tanto: que la gran culpable de estos malos hábitos alimenticios es la comúnmente llamada “comida chatarra”, principalmente las hamburguesas y pizzas que se venden en los locales de comida rápida.
¿Por qué no es tan obvio como parece?
Porque si bien el estudio no lo menciona de manera directa, de alguna forma sugiere que dichos bifes puede que en realidad no lo sean tanto. Es decir, que además del perjuicio evidente para la salud que provoca el comer este tipo de alimentos a diario (aumento del colesterol, mala irrigación de la sangre y muchos otros inconvenientes), habría que ver si verdaderamente se está comiendo carne o algo que se parece a ella, un sucedáneo que bien podría estar compuesto de un diez o quince por ciento de carne y el resto de aditivos y conservantes.
“La gran demanda de estos alimentos les exige a las empresas una dinámica cada vez mayor si quieren conservar su lugar de privilegio en el mercado. Y por la rapidez con la que deben trabajar puede que los métodos de producción no sean del todo ortodoxos”. ¡Como para pedir tranquilo un combo!
El Presidente de Estados Unidos Bill Clinton en uno de sus discursos, dio una suerte de diagnóstico según el cual el gran culpable, al fin y al cabo, es el estilo de vida norteamericano. “Nos alimentamos cada vez más con comida rápida por culpa de nuestros alocados horarios, y somos cada vez menos activos físicamente por nuestra dependencia del confort, desde los automóviles hasta las computadoras y los controles remotos”, sentenció con preocupación.
Informes de investigadores de la Universidad de Princeton se publicó casi al mismo tiempo en que el presidente norteamericano hablaba. Sin embargo, a pesar de los alertas sobre los riesgos y a pesar del aumento en las estadísticas de enfermedades coronarias a causa de la mala alimentación, no son muy optimistas en cuanto a cómo podrían estos intentos cambiar los hábitos del estadounidense promedio. “No es sólo un problema de con qué se alimentan, sino también de por qué”, explica Dan Stiye, miembro del equipo investigador. “Desde que yo era chico; ví, que mi padre desayunaba donas, que además de la harina se ponen cada vez más sofisticadas, con jaleas y todos esos ingredientes que requieren de una alta dosis de conservantes químicos para perdurar, y yo nunca entendí porqué no desayunaba avena en vez de donas, o jugos naturales en lugar de tocino. Nadie se da cuenta de los riesgos no sólo de comer estas cosas en forma permanente, sino de la obesidad a la que están invariablemente condenados con esas dietas”.
Hace casi dos años, un estudio de la Universidad de Tokyo afirmaba que el físico de los japoneses estaba cambiando en gran parte como consecuencia del cambio de la alimentación. Según explicaban, la dieta de comida chatarra a la que empezaban a acostumbrarse, y a tomar como propia, merced al desembarco de McDonald’s en tierras orientales, les modificaba la manera de masticar, y por consiguiente la formación de las mandíbulas. Pero nada ha cambiado.
De hecho, en ningún lugar es probable que algo cambie. Mientras se sigue intentando demostrar que la comida rápida no es saludable, las ventas de empresas como Pizza Hut, Burguer King y la misma McDonald’s aumentan en forma considerable. Según el sociólogo Albert Margus, uno de los motivos que pueden explicar esto es la desconfianza hacia lo desconocido: “Cuando una persona debe comer fuera de su casa prefiere el lugar que ya conoce, no se quiere arriesgar en un restaurante que no sabe cómo prepara sus alimentos... Entonces se come una hamburguesa, porque ya conoce su sabor, sabe que lo satisface y encima es económicamente accesible... El problema es justamente que no sabe qué problemas le traerá eso en el futuro inmediato”
AFECTACION EN LA EDAD ESCOLAR
En Santiago de Chile, investigaciones realizadas en la Región Metropolitana determinó que el 66% de los menores come papas fritas o chocolates durante los recreos, y sólo un 6,9% prefiere los productos lácteos.
Junto al cuaderno de castellano, el libro de historia y la caja de lápices de colores, los niños llevan un paquete de papas fritas para el recreo y dinero para comprar un helado. Al día siguiente, cambian algunos cuadernos, pero no las papas fritas ni el helado.
Así transcurren los días y en la mochila brillan por su ausencia las frutas, flanes, yogures o leches, tal como sucede con la gran mayoría de los
niños chilenos, según estableció un estudio efectuado en diciembre de 1999, en la Región Metropolitana por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (Inta)
Los investigadores centraron su mirada en el poder de la publicidad en la formación de hábitos alimenticios de los niños, descubriendo una serie de costumbres que favorecen el surgimiento de niños más y más obesos.
Por ejemplo, el 80% de los niños recordó al menos un comercial de alimentos o bebidas que le agradaba especialmente, mientras que el 70% expresó su interés en probar nuevos productos que eran avisados por la televisión
La muestra estuvo integrada por 786 escolares, hombres y mujeres, que cursaban el primer ciclo de enseñanza básica -de primero a cuarto- y que pertenecían a todos los estratos socioeconómicos.
A todos ellos se les consultó sobre los principales productos que ingerían en la colación, si estaban acostumbrados a comer a deshora, qué productos les gustaba más y cuáles eran sus comerciales preferidos. Al preguntarles a los niños qué alimentos adquirían con su dinero, el 66% dijo preferir las papas fritas, galletas, souflés, chocolates, helados y otros alimentos ricos en grasas saturadas. Luego venían las bebidas gaseosas y jugos con un 14,5%, y recién en tercer lugar estaban el yoghurt y la leche, con apenas un 6,9%. Estos datos ayudan a explicar la creciente epidemia de obesidad infantil.
El consumo de frutas es cada vez menos frecuente, por lo que creemos que en pocos años más tendremos niños con problemas de articulaciones y columna. Además, se adelantará la edad de aparición de las enfermedades cardiovasculares y subirán los niveles de colesterol.
El respeto por las horas de comida es uno de los puntos esenciales para mantenerse en el peso. En el estudio, más del 70% de los niños reconoció que comía a deshora, principalmente golosinas dulces y saladas.
Otro hábito que se ha perdido y que los especialistas recomiendan como más saludable, es comer pan con un agregado durante el recreo. Actualmente, sólo el 10% de los pequeños lleva un sandwich al colegio. Los expertos sugieren adquirir las calorías de diferentes comidas. Por ejemplo, las dos porciones diarias de pescados, carnes o legumbres que requiere un escolar, pueden sacarse de un trozo de ave y un plato de porotos, o bien de un bistec pequeño más una porción de atún. Los especialistas recalcan, además, la necesidad de que los menores realicen actividad física para quemar las calorías adquiridas, que en el caso de los escolares, debe ser de una hora diaria como mínimo.
Lo preocupante es que las instituciones educativas, no quieren sacar las máquinas expendedoras de gaseosas y papas fritas porque son una fuente de ingresos, ante estas circunstancias ya se están tomando medidas ante esta epidemia, van a limitar la venta de comida chatarra en los colegios, ya que para una cantidad enorme de chicos estadounidenses, el desayuno o el almuerzo salen de una máquina expendedora del colegio. Una lata de gaseosa, tal vez, que acompaña a una barra de chocolate o a unas papas fritas.
Hoy, sin embargo, una creciente cantidad de estados se están ocupando del tema para tratar de limitar el aumento de la obesidad infantil. Decidieron para ello imponer estrictos límites a la venta de golosinas, gaseosas y bocaditos con grasa en las escuelas. Cerca de una docena de estados analizan la aprobación de leyes destinadas a no dejar funcionar a estas máquinas durante el horario de clases, a ordenar que no incluyan dulces o a imponer nuevos impuestos a las gaseosas para pagar con esos fondos sueldos de docentes y programas de desayunos.
En California, por ejemplo, están a punto de aprobar una ley que prohibirá que en las escuelas primarias se vendan otras bebidas más que leche, agua o jugos. En Hawaii, los legisladores presionan ya, para que se eliminen las máquinas de gaseosas. Toda esta ola de leyes tienen su raíz en las últimas estadísticas sobre obesidad infantil que difundió el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades. Según advirtió este organismo este año, los adolescentes de hoy son tres veces más proclives a sufrir sobrepeso que hace 20 años, lo que lleva a muchos legisladores a tomar como blanco a la "comida chatarra" , sindicada responsable.
"¿Qué se puede hacer cuando un chico ya está comiendo papas fritas y gaseosas a las ocho de la mañana?", observó Martha Escutia, una senadora que apoyó el proyecto de ley en California.
La industria alimenticia asegura que los chicos necesitan hacer más ejercicio y no contar con menos opciones en las máquinas. Por otra parte, en las escuelas, las máquinas expendedoras son una importante fuente de dinero adicional. Aportan cientos de millones de dólares anuales para actividades extracurriculares. Algunas escuelas tienen docenas de máquinas en sus pasillos y llegan a recaudar hasta 50.000 dólares o más en comisiones. Y utilizan ese dinero para bandas escolares, centros de informática o viajes.
Como desean que todos estos programas continúen vigentes, las escuelas se oponen a todas estas restricciones. En muchos casos, la resistencia fue lo suficientemente fuerte como para frustrar o erradicar directamente todas estas medidas o al menos para postergarlas hasta que comience la próxima sesión legislativa.
El Departamento de Agricultura de EEUU trató de prohibir las ventas de golosinas y gaseosas en las escuelas hace más de dos décadas pero no pudo hacer realidad su deseo a raíz de la acción de una corte de apelaciones federal en 1983.
Para la industria alimenticia, le hecho de atribuir la culpa a un solo tipo de comida resulta demasiado simplista."No existen alimentos buenos y alimentos malos" declaró Chip Kunde, director del grupo Grocery Manufacturers of America. "Sólo existen dietas buenas y dietas malas".
Algunos investigadores no están del todo de acuerdo y advierten que los chicos están comiendo más de todo, no sólo golosinas, y haciendo menos ejercicio. De hecho, sólo el 29 por ciento de los estudiantes asistieron en 1999 a clases diarias de gimnasia, en contraste con el 42 por ciento en 1991, según el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades, lo que les hace más difícil quemar las calorías adicionales que consumieron.
RESPUESTAS POSITIVAS
Ya hay respuestas positivas de los productores de este tipo de comida por ejemplo:
- Pepsi Cola cede ante los enemigos de la obesidad y añade brócoli a sus papitas; además han contratado al Dr. Keneth Cooper el padre del aerobísmo y al D.r Dean Ornish el padre de los alimentos bajos en grasas. Su deseo es convertirse en la empresa mas orientada a la Salud en los Estados Unidos, claro de por medio están 26.900 millones de dólares.
- Se ha recibido con beneplácito la revolucionaria idea de la compañía norteamericana Mc Donalds’ de que desde el 1 de septiembre pasado el aceite usado para la cocción de sus productos (especialmente las papas fritas) está reduciendo los ácidos grasos “trans” en 48% y aumentando las grasas “poliinsaturadas” en 167%, lo que ha originado escandalosas especulaciones financieras con más que probables implicaciones políticas y legales en los Estados Unidos. ¿Qué significa esto?
Significa que se está pensando en la salud del consumidor y nuevamente se está retomando el camino correcto. ¿Por qué nuevamente? Para responder esta pregunta a cabalidad vamos desde el principio. Las compañías expendedoras de hamburguesas, llámense Mc Donalds’, Burger King, Moss Burger, Wendy’s, etc., basan la cocción de sus productos en aceites compuestos por ácidos grasos, lo que no significa que esté del todo mal. ¿Por qué? Porque los ácidos grasos son los ladrillos, los bloques de construcción de las grasas, una parte esencial en la dieta humana.
Las grasas nutricionales son una mezcla de ácidos grasos saturados e insaturados. La diferencia estriba en que las grasas saturadas están cargadas de átomos de hidrógeno en su estructura química, mientras que las grasas insaturadas no. Productos como la manteca y la mantequilla son grasas saturadas, mientras que los aceites de oliva, semilla de algodón, maíz, soya y otros aceites vegetales son insaturados.
Las grasas saturadas son las que hacen que el colesterol LDL (low density lipoprotein, lipoproteína de baja densidad) aumente en la sangre, lo que es malo para la salud, ya que es el causante de la arterioesclerosis y los infartos cardiacos. En cambio, las grasas insaturadas son las buenas de la película porque hacen que este colesterol LDL disminuya en la sangre. La cosa es un poco más complicada cuando empezamos a hablar de los ácidos grasos “trans”.
Al principio, cuando se inició esto de la “comida rápida”, las papas fritas y demás frituras eran cocinadas con aceites de origen animal, que eran grasas saturadas y por lo tanto, dañinas para el corazón. Se iniciaron campañas de protección al consumidor, y la presión llegó a tal punto que la mayoría de cadenas de comida rápida (o “comida chatarra” como comúnmente se le llama en Latinoamérica) empezaron a usar aceites de origen vegetal. Pero los aceites vegetales tienden a ser menos estables y se vuelven rancios más rápidamente que las grasas animales, lo que produjo un nuevo cambio: se empezó a usar aceite vegetal previamente hidrogenado, un proceso por el cual los espacios vacíos dentro de las moléculas de grasa insaturada son llenados parcialmente por átomos de hidrógeno, permitiendo de esta manera a los aceites vegetales mantenerse frescos por mucho más tiempo, además de hacer papas fritas más sabrosas y crocantes.
Para la industria de la comida chatarra estos aceites hidrogenados parcialmente eran doblemente benéficos: las compañías tenían un producto barato con largo tiempo de uso, a la vez que le daban a los consumidores los aceites vegetales que ellos demandaban, no obstante hidrogenados. Para el público consumidor, sin embargo, el resultado era totalmente el opuesto. Y eso es porque, las grasas hidrogenadas contienen un tipo de enlace hidrogenado llamado “trans” que es tan malo como el enlace de hidrógeno de las grasas saturadas. Quizás peor, a juzgar por los trabajos de algunos expertos en nutrición familiar: mientras que las grasas saturadas elevan el colesterol LDL, las grasas “trans” tienden no solamente a elevar el colesterol malo, sino que disminuyen el bueno (el colesterol HDL o high density lipoprotein), como ya dijimos anteriormente.
El Departamento que administra los medicamentos y alimentos en los Estados Unidos (USFDA en inglés), casi siempre, no ha podido obligar a los vendedores a colocar en las etiquetas de sus productos el contenido de ácidos grasos “trans”, pero el Departamento actualmente está trabajando en nuevas reglas que forzarán a Mc Donalds’ y demás a hacerlo. El cambio en la calidad del aceite hará de sus papas fritas, McNuggets de pollo y su filete de pescado alimentos más saludables para los corazones de los 46 millones de consumidores norteamericanos que diariamente comen en sus locales. Pero cuidado que eso no significa que ahora dichos productos sean completamente sanos. Las papas fritas cocinadas en este nuevo aceite tendrán exactamente el mismo contenido calórico y no harán nada para adelgazar esa obesa cintura.
La pregunta que se hacen los consumidores en Japón es: ¿Cuándo esas restricciones a los aceites “trans” y grasas saturadas en general se impondrán en todas las cadenas de comida rápida que funcionan en este país? Distinguidas autoridades, tienen la palabra. Claro los japoneses hace 20 años no conocían el cáncer de mama, ni sabían de comida chatarra y peor de sobrepeso. El fríjol de soya era el que más les protegía.
El estilo de vida propicia que la mayoría de las actividades familiares giren alrededor de la televisión, los juegos de video y la comida de preparación rápida. Esas costumbres han traído como consecuencia un alto índice de obesidad infantil.
La Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes (AACPA) reporta que entre el 16% y el 33% de menores de este país son obesos. Este problema causa anualmente un promedio de 300 mil muertes y un costo de 100,000 millones de dólares.
Esta situación es especialmente grave entre la población latina que radica en Estados Unidos. Investigaciones de la Asociación Americana del Corazón (AHA) indican que hay más niños latinos gordos que de otros grupos raciales, como blancos y afroamericanos. Los niños latinos obesos alcanzan un 17.4% y un 13.7% las niñas de esa misma raza de entre 6 y 11 años. Los adolescentes también superan a los grupos raciales mencionados en las edades de 12 a 17 años. Los muchachos alcanzaron un porcentaje de 14.6% y la jovencitas un 13.7%.
Existen diferentes factores que propician la obesidad entre los latinos. En primer lugar, se ha comprobado que su dieta se modifica al llegar a este país. Tienden a consumir grandes cantidades de pan dulce, galletas saturadas de grasa, hamburguesas, papas, cebollas, tortillas fritas, así como muchas bebidas gaseosas. Son pocos los latinos que consultan las etiquetas de los alimentos para elegir los que contienen menos grasas y calorías.
Según el doctor Richard Strauss, director del Departamento de Control de Peso Infantil de la Escuela de Medicina de New Jersey, los niños con sobrepeso rebasan en 25 libras su peso ideal. A quienes tienen 40 ó 50 libras de más se les considera obesos. Para asegurarse en qué condición se encuentran sus hijos, es conveniente consultar con su doctor. Es también importante que siga las instrucciones de la Asociación Americana del Corazón, que recomienda hacerse un chequeo para conocer el factor de grasa del cuerpo.
CAUSAS
De acuerdo con el doctor Strauss, la mayoría de los niños de hoy pasan más tiempo inactivos. Durante el día apenas si se mueven y cuando lo hacen es sólo para caminar despacio. Otro factor que influye en la gordura de los infantes son los hábitos alimenticios de la familia. En la mayoría de los casos, se ha visto que los niños obesos tienen familiares que también lo son. Según la AACPA, los hijos de un padre obeso tienen un 50% de probabilidades de seguir esa tendencia cuando sean adultos y un 80% si sus dos padres son obesos.
Además de llevar una dieta deficiente y de historia familiar de obesidad, otros elementos que causan este problema son: comer en exceso y rápido, falta de ejercicio, enfermedades endocrinas o neurológicas, consumo de ciertas medicinas, vida estresante, problemas familiares, baja autoestima, depresión y maltrato.
Los tiempos en que los niños pasaban la mayor parte del día jugando al aire libre han quedado muy lejos. Hace todavía 20 años, en la televisión sólo se veían cinco canales y los chicos preferían estar afuera, jugando. Ahora la casa cuenta con más de 60 canales de televisión, computadoras y juegos de videos y el refrigerador está lleno de comida "chatarra".
Hoy los padres tienen que trabajar varios turnos para ganar el sustento y prefieren que sus hijos no salgan por razones de seguridad. De esa forma, los niños se han convertido en buenos consumidores y están acostumbrados a obedecer los mensajes recibidos por las grandes cadenas de servicio rápido o compañías de la industria alimenticia.
Eric Schlosser, autor del libro Fast Food Nation: The Dark Side of All-American Meal, señala que hace 25 años las grandes campañas publicitarias no incluían a los menores en sus mensajes. En cambio, ahora son su blanco principal. Esos consorcios han creado diferentes estrategias para captar el consumo infantil. Se valen de áreas de juego en sus locales, juguetes de moda, colores, las llamadas happy meals y otros. "Por otra parte, la mayoría de las veces los padres acceden a comprar esos productos, aun a sabiendas de que no son saludables", explica el autor. "El trabajo de los padres los obliga a pasar mucho tiempo fuera de casa, esas circunstancias les crean complejos de culpa que los hace acceder a las demandas de sus hijos".
Schlosser dice: "El típico niño americano pasa más tiempo viendo televisión que haciendo otra cosa, excepto dormir. En un año ve más de 30 mil comerciales y muchos de ellos tienen una televisión en su cuarto".
La obra Fast Food Nation: The Dark Side of All-American Meal es un buen recurso para descubrir qué hay detrás de esas monumentales campañas televisivas dirigidas exclusivamente a los niños. Explica también porqué el platillo tradicional americano, la hamburguesa, es un riesgo para la salud. Y probablemente muchos querrán convertirse en vegetarianos cuando sepan que el alimento del ganado está constituido básicamente de desechos y productos carnívoros a fin de aumentar la producción de carne.
Las costumbres alimenticias también han cambiado considerablemente en los últimos 20 ó 30 años. La tercera parte de las comidas se hacen fuera de casa, y como se mencionó antes, se sirven grandes porciones con alto contenido de grasa. El consumo de bebidas gaseosas ha aumentado de 19 galones al año por persona en 1964, a más de 50 galones en la actualidad.
Los menores que a temprana edad acostumbran su paladar a la grasa, azúcar y harinas refinadas, van en camino de contraer enfermedades serias, como problemas cardiacos, alta presión, diabetes, alto colesterol, problemas respiratorios y para conciliar el sueño.
REVISION DE HABITOS ALIMENTICIOS
"Mientras los menores no aprendan a disfrutar de vegetales, frutas, granos enteros y aumenten sus actividades físicas, es difícil que haya logros para reducir su obesidad", dice el doctor Strauss. "Ese problema atañe a toda la familia y es importante limitar el tiempo que se pasa frente a la televisión, la computadora o los juegos de video".
También es importante que los padres revisen sus hábitos alimenticios y que apoyen a los menores en lograr una reducción de su peso. El proceso será más rápido y fácil si la familia ayuda. El cambio más fácil para lograr una dieta saludable es la limitación de grasa. Antes de optar por una dieta, consulte con su médico. Las dietas para menores son diferentes a las de los adultos.
Incremente las actividades familiares al aire libre. Salga con su familia a las montañas, a la playa o al parque; haga que los niños caminen y corran. Si es posible, inscriba a sus hijos para practicar un deporte o danza, en clubes de montañismo o para practicar el ciclismo. Si su presupuesto o su tiempo son limitados, organice sesiones de ejercicios en su casa, se puede correr en un mismo lugar. Sustituya los antojos "chatarra" con zanahorias, jícamas, pepinos, que no tienen una gota de grasa y sí mucha fibra. Antes de la comida, prepare a la familia una ensalada con verduras crudas. Ayudará a disminuir el hambre y a consumir menos cantidad de comida. Sustituya los aderezos por jugo de limón y unas gotas de aceite de oliva. Recuerde que se puede cocinar con muy poca o nada de grasa. El aceite no mejora el sabor de los alimentos.
Los padres que comen saludablemente son excelentes modelos para sus hijos.
MEDIDAS PARA CONTROLAR LA OBESIDAD
Para la AACPA es necesario que los niños y su familia lleven un programa de control de peso para combatir la obesidad. Entre sus medidas destacan:
• Cambio de hábitos alimenticios, comer más despacio.
• Desarrollo de nuevas rutinas y consumo de alimentos no grasos. Evitar comidas rápidas o "chatarra".
• Reducir las porciones y consumir menos calorías.
• Incrementar la actividad física, especialmente caminar, tener un estilo de vida activo.
• Saber qué come el niño en la escuela, es común que ahí se vendan alimentos grasos o azucarados.
• Hacer comidas familiares en lugar de cenar enfrente de la televisión.
• No usar la comida como premio.
• Limitar los antojitos, refrescos, comida de preparación rápida.
• Evitar el uso de píldoras para perder peso.
• Asistir a un grupo de apoyo.
Dr. Enrique Chávez
echavez@espe.edu.ec
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA, DEPORTES Y RECREACIÓNESCUELA POLITECNICA DEL EJÉRCITO
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Artículo editado por Prof. Jorge Concha M.